viernes, 14 de enero de 2011

Sobre la suspensión de las misas en la Universidad de Barcelona


(Tomado del ABC de 14 de enero de 2011)

LA decisión adoptada por la Universidad de Barcelona de suprimir la celebración de las misas en la capilla universitaria refleja una mentalidad sectaria y supone una arbitrariedad contraria al Estado de Derecho. Para colmo de males, los argumentos que pretenden justificar lo injustificable pueden ser calificados —sin exageración alguna— como un auténtico disparate. Resulta que los radicales boicotean los actos litúrgicos y coaccionan a los asistentes, de modo que las autoridades académicas ceden a las presiones con el pretexto de que no están en condiciones de garantizar la seguridad. El comunicado del decanato de Económicas afirma que se trata de preservar tanto la libertad religiosa como el derecho a la libre expresión, sin tener en cuenta que esta última no ampara actos de amenaza que se traducen a veces en una imposición con el objetivo de impedir las ceremonias. El caso es que los alborotadores consiguen salirse con la suya, lo que supone sin duda dar alas a los grupos que han convertido la Universidad española en un feudo de unos cuantos radicales, que impiden hablar a los políticos que no son de su agrado o simplemente a todos los que no comparten su ideología extremista.

En nombre de un sedicente progresismo, las actitudes laicistas se apoderan del espacio público en contra de la Constitución, de la tradición histórica y de la realidad social. Si no fuera un asunto muy grave, esta especie de «suspensión cautelar» de las misas merecería un lugar destacado en una antología del absurdo jurídico. Si existe voluntad para ello, es fácil poner en marcha las medidas necesarias para garantizar el derecho de profesores y estudiantes a practicar en libertad sus creencias religiosas. Las universidades gozan de autonomía constitucional, pero si las autoridades del «campus» son incapaces de cumplir sus obligaciones es evidente que las administraciones deben tomar cartas en el asunto.

2 comentarios:

Fran dijo...

El pretexto son los alborotadores pero a mí me parece que es el decanato el que se sale con la suya. Es increíble que tengamos una constitución para nada. Una constitución que es aconfesional no laicista. Pero el gobierno actúa como si fuera laicista que es lo que tiene en su programa particular y sectario.
Parecido ocurre con la sentencia del tribunal supremo que ordena a la Generalitat que el castellano sea lengua vehicular en el sistema educativo. Nada, como si oyen llover.
Yo no me explico cómo es posible que un gobierno haga lo que quiera por encima de la ley ¿Quién mete a un gobierno en vereda?

Ángel dijo...

Hay varios gobiernos a los que meter en vereda... En este caso creo que estamos hablando de un delito contra la libertad religiosa, está tipificado. ¿Y?