miércoles, 16 de junio de 2010

Más control sobre el Islam en España


Extracto del artículo de periódico de “El País” cuyos autores son I. Cembrero y P. Álvarez, sobre el planteamiento de reforma del órgano representativo del Islam para reforzar su independencia.


Las instituciones españolas se quejan con frecuencia de sus interlocutores musulmanes. Hay parcelas reservadas en cementerios para enterrarlos que no se aprovechan, clases de religión islámica que no se imparten o alimentos elaborados en función de normas islámicas que no se certifican como tales porque carecen de representantes legítimos ante las Administraciones.

El Ministerio de Justicia quiere poner orden en el embrollado mapa del Islam Español. A finales de abril, José María Contreras, Director General de Asuntos Religiosos, entregó a los musulmanes un proyecto para refundar la Comisión Islámica de España (CIE), según fuentes de Justicia. Este órgano bicéfalo de representación de los musulmanes fue creado en 1992 y agrupa dos federaciones: la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE), que Justicia considera independiente, y la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), de la que se sospecha que es promarroquí.

En los últimos 18 años el Islam ha cambiado, hay 1,4 millones de musulmanes gracias a la inmigración. De las 791 Comunidades Islámicas inscritas en el Registro del Ministerio de Justicia, un tercio, algunas de ellas muy dinámicas, no pertenecen a ninguna federación, carecen, por tanto, de representación legal ante la Administración.

Ambas federaciones comenzaron hace tres años a debatir sobre la reforma de la Comisión Islámica, pero han sido incapaces de pactarla. Sí se han puesto de acuerdo, sin embargo, en no reunir desde 2007 al Órgano habilitado a admitir a nuevos miembros en la Comisión.

El mencionado documento de Justicia organiza minuciosamente el funcionamiento de una nueva Comisión Islámica de España y de otras Autonomías, a lo largo de 13 artículos. Tendrían cabida en ella todos aquellos musulmanes que hoy en día no están integrados en el actual órgano de representación. La Comisión Islámica de España, reza el quinto artículo del borrador, "no podrá ser utilizada para fines partidistas ni de enfrentamiento religioso, defender intereses políticos o particulares ni para divulgar principios religiosos propios de algunos de sus miembros en detrimento de las creencias de los demás o del interés común". Esta disposición ha sido interpretada como un intento de recortar la influencia de los promarroquíes de la FEER; pero esta federación dista mucho de ser homogénea. Molesta especialmente el artículo 5 del proyecto y afirman que "el Gobierno pone esa cláusula para cerrar la puerta a la penetración del malekismo", el rito musulmán que impera en Marruecos”.

La federación que preside Mohamed Alí ha elaborado una contrapropuesta de estatutos en la que la prohibición de utilizar a la Comisión Islámica para fines partidistas desaparece. Estipula simplemente que ésta tendrá un "carácter estrictamente religioso". La otra gran federación reconocida, la Ucide, también considera innecesario ese apartado, explica su presidente Riad Tatary. Lo que más le irrita a este español de origen sirio, director de la mezquita de Estrecho, en Madrid, "no es la injerencia de Justicia, sino las prisas con las que quieren imponer" su documento.

El director general de Asuntos Religiosos rechaza la crítica de injerencia. "No se trata de una reforma teológica del Islam, sino meramente organizativa, porque la actual situación no es sostenible".


(Autora: Cristina I. Ortega Martos)

1 comentario:

Egeo J. López dijo...

Saludos.
El Islam fue expulsado de España hace ya unos siglos por un motivo que de sobra se conocía entonces y que al parecer se ignora ahora.
La homogeneidad de la sociedad es un objetivo que nuestros políticos siempre han perseguido y que la religión, hasta hoy les suponía un férreo pilar en el que poder sujetarse.
Dentro de nuestro ordenamiento se alienta a la diversidad política y a la multiculturalidad, sin embargo, seamos serios y realistas: qué es más fácil, ¿crear una sola norma para un colectivo que incluya al grueso de la población, o crear mil normas para mil colectivos diferentes? Los gobiernos más conservadores saben que un país dividido siempre será más difícil de gobernar (si no de defender) que uno que está unido. Una unión que brinda una misma ideología y un mismo fin común mediante un mismo camino (Guerra de Independencia española, por ejemplo).

La diversidad de religiones nunca supone un inconveniente en un país democrático, sin embargo, cuando hablamos del Islam no podemos considerar que se trata de una ONG o una misión humanitaria. Y más, sabiendo que el mayor número de los musulmanes que hoy viven, trabajan o viajan en España provienen de donde provienen y poseen una cultura que choca de frente con la nuestra.

Todos conocemos por las noticias de A3 que eso de ser musulmán es muy bonito y que se basa en 5 preceptos sencillos (profesión de fe, oración 5 veces al día, dar limosna, ayuno durante el Ramadán y peregrinación a La Meca).

Sin embargo, nadie o casi nadie es capaz de hablar con propiedad de los choques culturales que existen: El más conocido es el de la permisividad de la poligamia dentro del mundo musulmán, es decir, uno puede tener tantas mujeres como pueda mantener (se entiende en el Corán que la mujer debe ser mantenida dignamente, y haber sido aceptada por la mujer, o mujeres, que ya estuvieran casadas anteriormente con el varón, para así no vivir en conflicto), dudo mucho que en España quebrantemos las buenas costumbres históricas aceptando este goloso o demoníaco carácter religioso, o eso quiero creer…

Muchos inexpertos tienen todo el día en la boca una palabra la llamada “yihad”. A todos se nos pone mal cuerpo cuando vemos en la “tele” un puñado de árabes con una cinta verde en la frete que cita “Alá es grande”, un AK47 en una mano y un Corán en la otra. Nuestro subconsciente mediatizado nos asocia esa imagen con “Al-Qaeda” y “yihad”.
Esta palabra significa textualmente “esfuerzo”, esfuerzo para un fin, ya sea de fe o no. Por lo que, según el concepto textual, todos nosotros emprendemos una yihad cuando se acerca junio y nos toca hincar codos por un fin que es, en principio, aprobar.
No todos los musulmanes están dispuestos a inmolarse así porque sí, si no, esto estaría ya muy claro. En su defensa hay que alegar que no todos son integristas aunque muchos sean dogmáticos.

Lo mismo que tras el 11S en América se dieron cuenta del peligro que tenía un Corán malinterpretado, aquí no pasaría lo mismo hasta el 11M. Sin embargo, nadie hace nada por frenar la evidente re-reconquista; todos hemos visto al gobierno financiar mezquitas, eximir de impuestos o brindar con becas, ayudas y “teta” a las familias provenientes del otro lado del estrecho. Eso es algo más que un efecto llamada, señores, es una invitación al “balneario andalusí”.

(Quisiera dejar caer que según el Código Penal, el hurto es una falta cuando no excede de 400€. ¿Ustedes tienen más de 399,9€ en la cartera? Porque yo no…)
No es odio ni rechazo por lo diferente lo que sienten algunos desconfiados españoles. No es en absoluto xenofobia, es cautela ante la invitación gubernamental de personas que se han educado con conceptos que son demoledores para nuestro estilo de vida y nuestra estructura social. Y, al igual que ellos defienden lo suyo, ¿por qué nosotros no defendemos lo nuestro?, ¿o es que en la Alianza de Civilizaciones gana el que más le da al vecino y va de “progre”?.