jueves, 16 de julio de 2009

Fútbol y religión


Cuando la selección de Brasil ganó la reciente Copa Confederaciones de fútbol, sus jugadores se reunieron para rezar sobre el césped, en agradecimiento por la victoria. Y hubo quien se molestó. En concreto, el presidente de la Federación de Dinamarca consideró que aquella expresión de fervor religioso había durado demasiado, y que no debía haber “confusión entre religión y deporte”. Al hilo de estas opiniones, algunos se han confabulado para conseguir que la FIFA prohíba cualquier tipo de manifestación religiosa en los campos de fútbol. Habría que recordar que ya se han dado prohibiciones con respecto a la presencia de símbolos religiosos (cruces, por ejemplo) en las equipaciones deportivas.

Estas posturas reflejan un temor a la religión, como si ésta fuese una amenaza para la sociedad. Pero, en realidad, la amenaza es para la libertad religiosa que, no lo olvidemos, también tiene una dimensión pública, con el límite del orden público. Salvo que se considere que la religión es una fuente de violencia, no se entiende esta posición; y si la religión es una excusa para la violencia, hay que perseguir a los violentos, no a la religión. No se trata de confundir religión con deporte, sino de confundir religión con violencia.

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